Me llamo Mateo y apenas
soy un niño de seis años; la mayor parte del tiempo estoy acostado en una cama
que ni siquiera me gusta, es muy incómoda, aquí no hay nada que hacer más que
ver la televisión y jugar con mi cubo rubik, eso es estresante, siempre que
logro unir un color tengo que deshacerlo para crear otro, que idea tan mas
tonta ¿A quién se le ocurrió? ¡Es imposible! A veces quisiera hacer algo más
divertido, claro, tengo que levantarme para ir al baño o descansar un poco la
espalda solo dando una vuelta por los pasillos. Mi mamá dice que ya no falta mucho
para salir de este hotel tan raro, aunque ella nunca está, solo la veo en las
mañanas, nunca llega a dormir, su trabajo ha de ser muy difícil. En las mañanas
llego hasta la ventana para esperar el momento de verla llegar en ese coche
negro sin techo que tanto luce ella, y siempre me dan las mismas ansias de poder
estar a su lado cuando la veo llegar. De todas formas, este lugar me gusta, hay
mucha atención, yo diría que es un cinco estrellas, pero para mí que ya
exageran con eso de tenerte acostado todo el día y llevarte todo a la cama.
La señora Filomena, que
vive en el cuarto de alado, siempre me cuenta historias, siempre que salgo al
pasillo a caminar me la encuentro recargada en la puerta con un tubo con bolsas
bastante raro, no tenía idea de para que tanto tubo, pero me lo contó todo, era
su bastón de poder, me narró todas las aventuras que vivió con él, como rescató
personas, mascotas, que era la mejor ama de casa que podía hacer todos los
deberes en un instante gracias a su bastón. ¡Qué increíble! Ojala cuando yo crezca
tanto como ella tenga uno igual.
Dice mi mamá que estoy en
este hotel desde que me comí esos dulces y me enfermé, tuvimos que mudarnos aquí para empezar de
nuevo, dijo algo de que tantos dulces y yo alérgico casi me mataban, que lástima,
con lo que me encantan, extraño esos dulces de figuras, eran mis favoritos,
pero sobre todo, extraño nuestro antiguo hogar.
Estaba viendo la televisión,
pero algo no me dejaba ponerle atención, me sentía alterado, quizá preocupado, quizá
porque mi mamá se quedaba menos tiempo conmigo en las mañanas, la ultima vez hasta
lloró, y cuando se marchó escuché que se quedó hablando con la señora encargada
que siempre está en la mesa gigante atendiendo a todos, así que me asomé sin
que se diera cuenta, Filomena solo se me quedó viendo esa vez pero la ignoré; escuché a mi madre decir
algo de que no tenía nada mas con que pagar, quizá ya debía mucho de la renta,
esa ha de ser su preocupación. Ojala no me dejara aquí acostado todos los días
y yo pudiera salir a conseguirle un poco de monedas, digo, al final el único
que se queda en el cuarto soy yo, soy el único que lo usa todo el día, yo
debería ayudarla.
Bueno, ya eran las nueve
de la mañana y mi mamá no llegaba, así que seguí viendo la tele, aunque ya
aburría, no estoy seguro de si son carreras callejeras, una película de acción,
o un señor que cuenta lo que está pasando allí en la calle; hay un carro negro,
sin techo, es como el de mamá, pero este está destrozado y le sale humo por todas
partes, los policías están allí, eran demasiados.
Filomena entró a mi
cuarto, al fin que la puerta estaba abierta, así que no me importó, se le quedó
viendo fijamente a mi televisor y puso una cara de susto que también me puso
así a mí, ella se aventó hacia la tele y la apagó de un golpe al botón gritando
“¡Basta!”
Qué
bien, ya me había aburrido ese programa de todas formas. Ella no dijo nada más,
solo se me quedó viendo un rato, asustada, dijo “Oh… Mateo…” y salió corriendo
de la habitación dirigiéndose hacia la señora encargada. Yo traté de levantarme
de la cama, ignorando que ya me dolía todo; pero las dos voltearon hacia mí,
todas alteradas, ¿Qué pasa? Ya solo alcancé a ver como la señora encargada
corría por todas partes buscando el teléfono; de repente un señor muy alto y
ancho me tapó la vista y entró a mi cuarto con una caja en las manos.
—Hola pequeño, mira… te he
traído algo —el sujeto me miró con angustia, bajó su gran caja y metió la mano,
sacó un sobre y enseguida puso una enorme sonrisa que me hizo reír.
— ¿Qué es esto señor?
Le costó
hablar, pero finalmente lo hizo—. Escucha pequeño… Tu mami ya no llegará... Así que… Te dejó esto
desde hace tiempo — ¿Un regalo de mi mamá? ¿Cómo que no volverá? ¿Qué le pasó? Me
pregunté
Tomé el sobre con emoción
y lo abrí todo desesperado, había una hoja de papel con una pequeña nota. El
hombre, con una gran cara de angustia, se despidió de mí y salió de la
habitación para reunirse con las mujeres desesperadas. Le presté atención a la
carta, pero apenas sé leer, y por lo que entendí decía algo así:
Con cariño, para Mateo. Son tus dulces favoritos, ¿Recuerdas?
Pensé que sería bueno darte algo de felicidad por los menos una vez.
Mamá.
¿Qué? ¿Dulces? ¿Favoritos?
¡¿Dónde?! Revisé todo el sobre, seguro que había dulces, ¡Mi mamá me había mandado
duces! Al fondo del sobre encontré las tres pequeñas golosinas en formas
diferentes, ¡Genial!
Todo esto comenzó a darme miedo, pero sin duda iba a comerme esos dulces, tomé los tres en mi mano y los eche a mi boca. Sabían deliciosos, mi boca se exaltaba con el sabor ¡Que delicia! Se siente tan estupendo, ni siquiera cuando tenía prohibido comerlos sabían así, este debería ser "mi primer dulces”, es el primer puño de estos que acabo de disfrutar de verdad en toda mi vida.
Todo esto comenzó a darme miedo, pero sin duda iba a comerme esos dulces, tomé los tres en mi mano y los eche a mi boca. Sabían deliciosos, mi boca se exaltaba con el sabor ¡Que delicia! Se siente tan estupendo, ni siquiera cuando tenía prohibido comerlos sabían así, este debería ser "mi primer dulces”, es el primer puño de estos que acabo de disfrutar de verdad en toda mi vida.
De repente todo comenzó a
dar vueltas, sentí un hormigueo por toda mi cara, vi como Filomena se asomaba
por la puerta y varios vecinos del pasillo también se acercaron. Escuché un
zumbido muy fuerte, todo mi cuerpo empezó a arderme, era un dolor insoportable.
Mi pecho se aprieta y duele cada vez más, todo empezó a moverse de una manera
horrible de un lado a otro, sentí como perdí las fuerzas en todo el cuerpo y de
repente ya no sentía nada, ni ardor, ni dolor, ya solo vi como caí de golpe en
la cama y una mancha negra cubría mi vista lentamente mientras Filomena y
varias personas vestidas de blanco me agitaban desesperadamente mientras
gritaban cosas que yo ya no podía escuchar, hasta que todo se volvió oscuro,
todo había acabado. Ahora me doy cuenta de que me mantuvieron engañado todo el
tiempo con tal de verme feliz ¿Eso es bueno o malo? Solo espero que le hayan
dicho a mi mami que la quiero.
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